sábado, 16 de febrero de 2008

Expedición Franklin


Los barcos británicos H.M.S. Erebus y Terror partieron orgullosamente de Inglaterra el 19 de Mayo de 1845. Perfectamente equipados para una larga estancia entre los hielos, disponían de los mejores avances tecnológicos de la época, destacando los grandes motores de vapor de 15 ton. adquiridos a los ferrocarriles de Londres, así como grandes chapas de hierro que reforzaban la proa de los barcos con el objeto de romper las placas de hielo. Llevaban comida en abundancia y un invento relativamente nuevo, carne enlatada, patente de Goldner.

Sir John Franklin tenía 59 años y hacía tiempo que había realizado sus heroicas hazañas en los parajes árticos cuando fue elegido para su nueva misión. Posiblemente la certeza por parte del Almirantazgo inglés de que la expedición no podía fracasar, unida al carisma de la figura de Franklin, favorecieron la despreocupación por diseñar algún plan de rescate.

Tras un breve escala en las islas Orkney, la expedición arribó a las islas Whalefish en la costa oeste de Groenlandia. Allí el barco de suministros Baretto Junior, rellenó las bodegas del Erebus y el Terror con carne fresca, y regresó a Inglaterra el 12 de Julio de 1845 con el correo y 4 o 5 miembros de la expedición de Franklin que por alguna razón no continuarían.

Después se dirigieron hacia la bahía de Baffin al Norte. En Agosto de 1845, los barcos balleneros Prince of Wales y Enterprise, fueron los últimos en contactar con la expedición en la entrada del estrecho del Lancaster, la puerta del Paso del Noroeste.

Nadie les volvió a ver.


Lo que ocurrió los años siguientes con la expedición de Franklin, sus 129 hombres y los dos barcos, el Erebus y el Terror, permanecería como un misterio, ni siquiera resuelto hoy en día.

En 1847, el Almirantazgo inglés, después de no haber tenido noticias de la expedición de Franklin, comienza a inquietarse. En 1848, esta inquietud se generaliza. Se envían numerosas expediciones de rescate, pero ninguna obtiene resultados. En 1850, el Almirantazgo ofrece una recompensa de 20.000 libras a quien ofrezca información veraz.

A cualquier expedición o expediciones que a juicio del Almirantazgo, descubran y socorra a las tripulaciones de los barcos de Su Majestad, "Erebus" y "Terror".



Expediciones de varias nacionalidades continúan la búsqueda. En 1850, Ommanney, descubre los primeros vestigios de la expedición, restos del primer campamento de invierno entre los años 1845-1846, en los alrededores de Devon Island y Beechey Island. Ese mismo año, Penny, descubre en Beechey Island, 3 tumbas de miembros de la expedición de Franklin que databan de 1846.

Se siguen recuperando restos por la zona, pero no hay rastro de los hombres. No será hasta 1854, cuando el Dr. John Rae, al mando de una expedición por tierra organizada por la Hudson's Bay Company, da más datos sobre el destino que corrieron Franklin y sus hombres; preguntando en su ruta a los cazadores esquimales Inuit, averigua que un grupo de aproximadamente 40 hombres blancos fueron vistos 6 años antes muy al noroeste de la Bahía Pelly arrastrando un bote y trineos por el hielo, sufriendo de inanición y congelación, y muriendo en el camino. Los informantes Inuit, de los que recupera diferentes objetos pertenecientes a la tripulación y al propio Franklin, cuentan historias sobre dos barcos atrapados y destrozados por el hielo, así como de tumbas y cadáveres esparcidos en diferentes direcciones, algunos de ellos mutilados, indicando así que los miembros de la expedición practicaron el canibalismo para poder sobrevivir.


Rae, comunicó sus averiguaciones al Almirantazgo que causaron una honda impresión en la opinión pública británica.


La esposa de Franklin, Lady Jane Franklin, que ya había subvencionado otras expediciones en busca de su marido, se enfureció con Rae acusándole de negligencia por no haber seguido la búsqueda en la zona que los Inuit le habían indicado. Por otra parte, los informes de canibalismo levantaron un gran revuelo y periódicos y personajes de la talla de Charles Dickens, entre otros, se mostraron absolutamente contrarios a aceptar semejante posibilidad. Fue en 1857, cuando Lady Jane Franklin abre una suscripción nacional y junto con fondos propios y del Almirantazgo, adquiere un yate a vapor, el Fox y coloca al mando de una pequeña pero bien adiestrada tripulación al capitán M'Clintock con el objeto de buscar los restos de la expedición en la zona que según los informes de Rae citaban los Inuit (zona aún inexplorada).

En 1859 la expedición de M'Clintock llegó a King William Island, comerciaron con los Inuit que poseían gran cantidad de artefactos que dijeron haber conseguido en un naufragio años antes, y continuaron la búsqueda.

En Mayo de 1859 empezaron a encontrar lo que Rae había transcrito de los Inuit: esqueletos yaciendo boca abajo sobre la nieve, botes atados a trineos con más esqueletos (algunos decapitados) en su interior, montones de ropa y objetos y artefactos totalmente inútiles que hacían más pesado, si cabe, el transporte de los botes. La visión de estos restos es calificada por M´Clintock y su segundo oficial Hobson, de "lamentable".


Bajo un mojón de piedras encontraron los únicos documentos escritos de la expedición que han sido hallados hasta ahora. Eran dos documentos escritos con el formalismo del Almirantazgo en los que se relataban los progresos de la expedición. Sin embargo en el margen de uno de ellos aparecían garabateadas las siguientes palabras :25 Abril 1848. Los barcos H.M.S. Terror y Erebus fueron abandonados el 22 de Abril a 5 leguas noroeste de aquí, habiendo permanecido atrapados (por el hielo) desde el 12 de Septiembre de 1846. Los oficiales y la tripulación forman un grupo de 105 personas, al mando del Capitán F.R.M. Crozier y arribaron a esta latitud 69º 37' 42" N. y longitud 98º 41' S. (...) Sir John Franklin murió el 11 de Junio de 1847 y el total de muertes en la expedición ha sido hasta fecha de 9 oficiales y 15 hombres.(firmado) James Fitzjames, Capitán del H.M.S. Erebus , y F.R.M. Crozier Capitán & Oficial al mando y mañana día 26 continuamos hacia el Rio Back´s Fish.

M´Clintock, regresó a Inglaterra en Septiembre del mismo año y la noticia del desastre se extendió rápidamente. Lo que ocurrió realmente ha sido descubierto poco a poco. Se sabe que el Erebus y el Terror exploraron en 1845 la costa, pasaron el invierno de 1845 a 1846 en Beechy Island y continuaron explorando cuando el deshielo del verano les permitió seguir adelante. Durante el invierno de 1846 a 1847, los barcos quedaron atrapados en una espesa capa de hielo que no se deshizo ni siquiera a la llegada del verano. En Junio de 1847 John Franklin murió, en Septiembre del mismo año hubieron de abandonar los barcos, ya en Abril de 1848 habían muerto 21 hombres.


El Capitán Crozier que había tomado el mando, decidió viajar hacia el Sur usando dos botes como trineos en busca de ayuda. Dado el estado de debilidad de los hombres, decidió enviar a los más débiles de vuelta al campamento, a la espera de ayuda. Todos los hombres murieron. Solo una pequeña parte de los cadáveres de los 129 hombres de la expedición han sido encontrados.

Hoy día, las expediciones árticas encuentran ocasionalmente algún hueso humano o algún resto de la expedición de Franklin.

Cuando el Dr. Rae regresó a Inglaterra en 1854, trajo consigo un informe totalmente basado en sus conversaciones con los esquimales Inuit según el cual, la expedición de Franklin, o al menos una parte de los últimos supervivientes, habían recurrido al canibalismo para poder sobrevivir. Tanto la opinión pública como gran parte del Almirantazgo británico, se negaron a creerlo.


¡Los marineros británicos jamás harían una cosa semejante!: Este era el sentir general del público británico. En aquella época victoriana, en la que se daba una importancia primordial a la disciplina y a la moral, se consideraba que los representantes oficiales de la Corona británica (marina, ejército etc.) debían resolver todos sus problemas con honor amparándose en el recio entrenamiento militar que les había sido inculcado. Esta disciplina, precisamente, hacía impensable para los británicos, cualquier tipo de especulación de canibalismo, por muy probable que fuese, y en cualquier caso, aunque los hechos fueran más allá de las meras especulaciones, éstos resultaban obviados. En la expedición que precisamente Franklin realizó entre 1819 y 1822 por tierra, rumores de canibalismo se extendieron al regreso del grupo, sin embargo Franklin fue aclamado como un héroe nacional y los rumores quedaron rápidamente extinguidos.


Entre los detractores más importantes del informe de Dr. John Rae se encontraba el insigne escritor inglés Charles Dickens, según el cual, los informes de Rae no se sostenían, puesto que provenían de improbabilidades e incoherencias aportadas exclusivamente por los esquimales, además defendía la idea de que los expedicionarios británicos fueron objeto de ataques por parte de los nativos esquimales. "Ningún hombre con algo de lucidez puede rebajarse a afirmar la imposibilidad de que los hombres de Franklin sufrieran un ataque de los esquimales y que después fuesen cruelmente asesinados". Con respecto a los cuerpos mutilados indicaba la posibilidad de que animales salvajes como osos, lobos o zorros, hubieran sido los responsables de ello.

Hasta recientes fechas no se ha podido disponer de pruebas patológicas sobre el posible canibalismo entre los miembros de la expedición de Franklin. En 1981, el Dr. Beattie descubrió marcas de cuchillo sobre un fémur humano. Posteriores expediciones descubren yacimientos en diferentes puntos de King Willian Island. En 1993 la arqueóloga Margaret Bertulli y la antropóloga Anne Keenleyside, realizaron una investigación intensiva en la zona y hallaron una gran cantidad de utensilios y restos humanos. Los estudios sobre dichos restos concluyeron en la localización de marcas realizadas sobre los huesos humanos con instrumentos cortantes, y no producidas por dientes de animales. Asimismo, quedaba desmontada la teoría que se manejó en su día sobre la posibilidad de que dichos cortes fueran realizados al objeto de amputar miembros congelados, ya que las marcas aparecían en huesos tales como pelvis y vértebras cervicales, zonas que resultaría absurdo amputar, por razones evidentes.



En cuanto a la posibilidad de que la expedición fuera atacada por los esquimales, antropólogos han concluido que el pueblo Inuit está compuesto por individuos amistosos y hospitalarios y en absoluto agresivos (recientes descubrimientos afirman que incluso y arriesgando sus vidas dada la escasez de alimentos, los inuit socorrieron a algunos miembros de la expedición). Además, no parece lógico que pequeñas tribus de nativos atacaran y asesinaran a curtidos marineros equipados con las mejores armas de aquel tiempo, con lanzas y cuchillos habitualmente tallados en hueso de animales marinos.


La evidencia en favor de la tesis del canibalismo es aplastante. En la reconstrucción del esqueleto apreciamos la totalidad de las zonas que presentaban señales de cortes, y podemos comprobar como la mayoría de estos coinciden con las articulaciones de los huesos por las que es más fácil desmembrar un cuerpo, para así poder desprender la masa muscular. La decapitación de los cadáveres no es concluyente pero parece probable. A pesar de todo, y aunque el tema parezca escabroso, es preciso reconocer que los expedicionarios, soportando las más duras condiciones hubieron de recurrir a la última opción de supervivencia que tuvieron.

Una nueva evidencia que supone la debilidad extrema del grupo es el alto nivel de plomo encontrado en los restos, debido sin duda al sellado de las latas de comida. El envenenamiento progresivo por plomo que muchos de los miembros de la expedición sufrieron, se asemejaba a los síntomas del escorbuto y la inanición. Esto influyó, sin duda alguna, agravando la condición física de los hombres y contribuyendo a que ninguno de ellos sobreviviera.

Sería unos años más tarde cuando en 1905 un explorador noruego, Amundsen, a bordo del Gjoa, completara la travesía del fatídico y traicionero Paso Noroeste.

martes, 12 de febrero de 2008

La Maldad no tiene Fronteras ...




El primer asesinato de Theresa Jimmie Francine Cross (más conocida por su último nombre de casada como Theresa Knorr) fue realizado cuando contaba con dieciocho años de edad al descargar un rifle contra su esposo Clifford Clyde Sanders, quien estaba por abandonarla. Fue absuelta de los cargos al alegar defensa propia.A la muerte de su primer marido tenía un hijo, Howard y estaba embarazada de un segundo varón, William. Posteriormente se casaría 2 veces más y de ambos matrimonios nacerían Susan, Sheila, Robert y Theresa, conocida como Terry, la menor de la familia Knorr.

Entre las torturas que incluía Theresa estaba la de castigar a los niños sentándolos en el piso de la cocina sin moverse, si acaso movían siquiera los ojos eran disciplinados con golpes y bofetadas. Las palizas eran constantes, los encierros y hasta la brutalidad de lanzarles cuchillos de cocina formaba parte de las actividades de Theresa, algunas veces los sobrealimentaba hasta hacerlos colapsar. Un día su furia le llevó a levantar a Terry de un brazo y ponerle una pistola calibre .22 en la cabeza a manera de amenaza. Terry sufrió de constantes pesadillas por largo tiempo.

Theresa era madre soltera de 6 hijos, viuda 1 vez y divorciada 2. Abusaba del alcohol y solía pasar el tiempo descargando su coraje y frustración ante la vida con sus hijos. A medida que aumentaba el consumo de alcohol aumentaban las brutalidades en la familia.

Theresa comenzó a engordar desmedidamente a causa de su estilo de vida y culpó de esto a Susan, argumentando que ésta estaba poseída por el Diablo y le lanzaba hechizos para hacerla engordar. Como castigo Theresa cocinaba grandes ollas de pasta con queso y obliagaba a su hija a comerlas para que engordara como ella. El ritual consistía en sentarla en el piso de la cocina, poner la olla ardiente sobre las piernas desnudas de Susan para quemarle y supervisar que terminara con la olla entera. Un día Susan escapó de casa y denunció a su madre ante la policía local confesando toda la clase de actos inhumanos que su madre le hacía a ella y a sus hermanos, pero la madre alegó que eran mentiras, que su hija tenía problemas mentales y necesitaba de ayuda psiquiatrica. Las autoridades dieron veracidad a sus palabras y devolvieron a Susan al poder materno.

El primer castigo que recibió Susan por su fallido intento de escape fue una paliza propinada por su madre y hermanos. La Madre compró unos guantes de cuero y obligó a sus hermanos a golpearla en el estómago mientras se pasaban los guantes uno por uno, si no golpeaban lo suficientemente fuerte a su hermana tenían que hacerlo una vez más, ella por supuesto también tomo acción en la golpiza. Un tumor ovárico y múltiples hemorragias internas, -decubiertas postmortem- aparecieron en el cuerpo de Susan consecuencia de senda paliza.

La segunda etapa del castigo consistió en el confinamiento. Susan permaneción esposada a su cama privada de su libertad, mientras sus hermanos eran obligados a guardar vigilancia frente a su puerta por turnos, y encargados de alimentarla 2 veces al día. Con el tiempo la voluntad de Susan fue quebrantada hasta que su madre, convencida de que no volvería a escapar la liberó del encierro. La escuela por otra parte había quedado prohibida.

En el colmo de la insanidad mental Theresa, convencida de que Susan le estaba lanzando hechizos demoniacos para hacerla ganar peso, estalló en un ataque de ira y ante la negación de Susan al respecto de los actos terminó por dispararle en el pecho. Theresa no quería a la policía entrometida en el asunto así que hizo que sus hijos tomaran el cuerpo de su hermana y lo metieran en una bañera, allí limpió la herida y la curó con vendas y gasas. Las hermanas de Susan se turnaban para bañarla y alimentarla hasta que se recupero y volvió a la vida normal, pero la bala no atravesó el cuerpo de Susan, sino que quedó alojada en su espalda, detalle que provocaría un destino mucho más aterrador para está joven adolescente. En una ocasión -después del balazo- Susan y Theresa entablaron una acalorada discusión y esta última apuñaló a su hija en la espalda con unas tijeras. Las heridas no eran mortales pero no dejaban de ser graves. El calvario de Susan no termina aquí.

Cansada de los abusos pidió permiso para mudarse de casa y sorprendentemente su madre estuvo de acuerdo, pero antes la bala que había quedado alojada en su espalda debía ser removida. Susan resignadamente -o movida por la ilusión de abandonar esa casa del horror- accedió. Días después la operación sería realizada.Theresa drogó a su hija con pastillas y alcohol lo que mantuvo a Susan inconsciente por largo tiempo. Obligó a sus hijos varones a ayudarla en la operación. Con un cuchillo de cocina hizo que su hijo de 15 años Robert cortara la espalda de su hermana y extrajera la bala. Theresa gritaba órdenes por doquier mientras él practicaba la incisión. Después de cortar varias capas de piel y tejido muscular, Robert usando sus dedos buscó dentro y alrededor de la herida hasta localizar la bala y la extrajo. Al día siguiente Susan despertó en medio de un dolor indescriptible. Theresa le dio antibióticos e ibuprofeno pero nada resultaba. Después de algunos días se le tornaron los ojos amarillos y no era capaz de controlar sus intestinos. El 16 de Julio de 1984 Theresa acalló a Susan pegándole cinta adhesiva en la boca y atándola de manos y pies. Juntó todas sus pertenencias en bolsas de basura y pidió a William y Robert que pusieran a Susan en el auto. Manejaron hasta llegar cerca de un puente, en ese punto pidió a sus hijos que sacaran a Susan del auto y la pusieran en el suelo, ella roció gasolina sobre todas las cosas de Susan incluyendo su cuerpo y les prendió fuego, todos subieron al coche sin decir palabra y sin mirar atrás, así Theresa manejó de regreso a casa dejando a su hija quemándose viva.

El destino de Sheila no es mucho más alentador que el de su hermana. Theresa buscando un ingreso mayor al de su pensión obligó a Sheila a prostituirse. Sheila discrepó totalmente con la decisión de su madre pero no se atrevió a desobeceder. Trabajando como protituta comenzó a traer cientos de dolares a casa por lo que Theresa casi estaba orgullosa de ella. Sheila podía ir y venir y hacer lo que quisiera, irónicamente trabajar como prostituta le había concedido una ansiada libertad, pero en la familia Knorr no existían los finales felices.

Theresa sospechaba que Sheila estaba embarazada y la acusó de tener una enfermedad venerea. Primero la golpeo hasta conseguir dejarla cubierta de moretones y finalmente la encerró en un pequeño armario junto al baño. Debido a la localización y dimensiones este cuarto diminuto era icreíblemente caluroso pero Theresa advirtió a sus otros hijos que esa puerta debía permanecer cerrada en todo momento y tenían prohibido llevarle comida o agua. Theresa quería que confesara y eventualmente Sheila lo hizo, pero Theresa la acusó de mentir y el confinamiento siguió su curso. Al tercer día de encarcelamiento se oyó un fuerte ruido dentro del closet y ese sería el último sonido que escucharían. No fue hasta 3 días después que abrirían el closet para descubrir el cuerpo en descomposición de Sheila, quien tras desesperados intentos de escapar había muerte de hambre. Theresa metió el cadaver en una caja vieja de correos y con ayuda de sus hijos varones llevó el cuerpo a las montañas y lo abandonó. Temerosa de que en el closet quedaran evidencias que la relacionaran con la muerte de Sheila, Theresa decidió prender fuego a su propia casa. Obligó a Terry a verter fluido de encendedores por todo el lugar y posteriormente incendiarlo con un cerillo. Los bomberos descubrieron que el siniestro fue deliberado. A partir de este momento la familia se separaría.

El destino de Howard, el mayor de los hijos con 26 años es desconocido. William se mudó con su novia teniendo 24 años y Terry a pesar de tener 16, utilizó la identificación de su hermana Sheila para pasar como mayor de edad y conseguirse otra vida. Robert de 19, permaneción con su madre, pero desesperado por la falta de dinero robó un bar y asesinó al dueño del mismo por lo que más tarde sería encarcelado y condenado a 16 años de prisión por asesinato en primer grado.

Después de 9 años, a partir de la muerte de Sheila -2 años después de la de Susan-, Terry entonces casada fue finalmente a la policía a confesar toda la historia Knorr y acusar a su madre de las muertes de sus hermanas. Gracias a esta declaración Theresa fue atrapada y condenada a la pena de muerte al declararse inocente de los cargos. Posteriormente se declararía culpable de todos los cargos a cambio de su vida y sería condenada a 2 cadenas perpetuas. La sentencia de Robert fue reducida tras acceder a testificar en contra de su madre. William fue puesto en libertad bajo palabra por su participación en las muertes de sus hermanas y obligado a tomar terapia psiquiatrica.

Theresa podría ser elegida para libertad bajo palabra en el 2027, tiempo en el que tendría -si sobrevive- 80 años.



texto sacado de : http://sologentebonita.blogspot.com/2007/09/ndice-de-maldad.html